El día 9 de marzo, a las 19:30 horas, tendrá lugar la segunda de las charlas públicas del taller de Fotolibro que ha coordinado Rafael Arocha, con la intervención en el CCA Gran Canaria Centro de Cultura Audiovisual de la fotógrafa Mariela Sancari (Buenos Aires, 1976). La autora argentina tiene previsto compartir en su charla ‘El (foto)libro como dispositivo’ el proceso de trabajo de tres de sus publicaciones más celebradas, haciendo un recorrido por los cambios en su forma de entender el libro, como objeto, como sistema y como dispositivo. Analizará con ello las diferentes maneras en que pueden ser leídas imágenes (y textos), con lo que pretende acercarnos a la idea de evitar concebir al libro como algo fijo, estable o inmóvil que representa el final de un camino, ayudándonos así a entenderlo como un espacio de disponibilidad, una posibilidad, un dar lugar.

El (foto)libro como experiencia

Por Mariela Sancari

El (foto)libro es un universo en sí mismo, un sistema con una lógica propia que se articula a partir de su materialidad y se traduce en una experiencia específica para el lector. Cada imagen, como las palabras, solo pueden ser “entendidas” en función del reconocimiento de pertenencia a un sistema y es en el despliegue de esta lógica propia en la que se plasman las relaciones significantes.

La doble página es el lugar/momento donde sucede el libro, decía Ulises Carrión (2014), donde se desarrolla o desenvuelve su relación con el contenido. Por tanto, la presentación de la imagen en la página determina sus posibles percepciones espaciales, es decir, su relación con la materialidad y espacialidad del libro como objeto y, por consiguiente, su significación en relación al contexto.

Todas y cada una de las decisiones que tienen que ver con técnicas de impresión, método de encuadernación, tipos de papel, formato, tamaño, tipografía, secuencia y edición, entre otras, impactarán profundamente no solo la identidad visual del proyecto, sino también en el modo en que el libro será percibido por los lectores. Todas estas decisiones por tanto deben evitar concebir al libro como algo fijo, estable o inmóvil que represente el final de un camino para ayudarnos en cambio a entenderlo como un espacio de disponibilidad, una posibilidad, un dar lugar.